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LA DIPLOMACIA SAHARAUI EN PANAMÁ

Un saharaui en el Istmo de Panamá
Omar Hassena Ahreyem salió de las arenas del desierto de su natal República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y enrumbó un día, hace cinco años, hacia el continente americano para asentarse temporalmente en el Istmo de Panamá, a 7,220 kilómetros de su hogar.
El objetivo fue llevar el mensaje de su nación al lejano paraje, para cultivar entre los panameños una relación pueblo a pueblo salvando barreras culturales y aprovechando que los une la lengua española, además de los sentimientos de abrazar la justa causa de los desposeídos.
Y así fue como el joven que estudió antes en la cercana Cuba, engrosó las filas de la embajada de la RASD en una labor diplomática que le permitió confraternizar con colegas de muchos países con representaciones en tierras canaleras, a quienes ahora agradece la acogida en el seno de lo que denomina la “familia diplomática”.
El gobierno anfitrión, que cambió de mandato por elecciones generales durante su estancia, también acogió a los delegados del desierto con afecto y respeto, mientras se estrechaban las relaciones oficiales entre los gobiernos de ambos países.
Al Consejero Político y en ocasiones Encargado de Negocios de la RASD, era común encontrarlo en actividades oficiales, reuniones informales o compartiendo con los múltiples amigos que cultivó durante su estancia en la nación centroamericana.
Su español con el acento peninsular clásico, el humor latino que cultivó y las invitaciones a tomar té verde de su cultura, le permitió abrirse paso en una sociedad que le abrió las puertas como un miembro más y que ahora lo despide con un “hasta luego”.
Cuando el avión que lleva de regreso a su patria a Omar Hassena despegue del Aeropuerto Internacional de Tocumen, de Panamá, en el equipaje llevará consigo las experiencias vividas en una nación donde se integró como uno más, mientras cumplió con la misión encomendada por su pueblo y que gracias a su accionar, los panameños saben hoy un poco más de la causa del Sahara Occidental y esa lucha de la RASD porque se respete su derecho a vivir en paz como país soberano en los territorios que un día colonizaron intrusos europeos y desde donde fueron expulsados a la fuerza por el Frente Polisario.
Otras misiones están por venir. El éxito es la única opción para este joven diplomático saharaui.
Benito Martínez, periodista internacionalista amigo de Omar.

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